Comentario
La reforma electoral significó, antes que nada, un aumento del cuerpo electoral que superó el 100 por 100 para el conjunto del Reino Unido, ya que pasó de poco más de 1.000.000 de electores a más de 2.300.000. Ese electorado estaba cerca del 40 por 100 de la población adulta masculina.Este crecimiento fue lógica consecuencia de la rebaja de la franquicia que daba derecho a voto, tanto en los condados como en los burgos. En los primeros la franquicia quedaba señalada en la propiedad de un bien que rentase por lo menos 5 libras al año o la ocupación de una tierra que pagase tasas anuales correspondientes a un valor de 12 libras. En los burgos, la franquicia alcanzaba a los propietarios que pagasen impuestos por un valor de 12 libras, o a los inquilinos que pagasen un alquiler similar, siempre que acreditasen un año de permanencia.Por otra parte, se disponía la redistribución de 53 escaños, de los que 25 eran asignados a los condados ingleses y siete a Escocia. Se creaban 11 nuevos burgos y se concedía un representante a la Universidad de Londres. El resto de los escaños sirvió para aumentar la representación de algunos burgos ya presentes.La nueva legislación distaba mucho de estar clara y provocaría muchos problemas a la hora de fijar las condiciones de la franquicia. En cualquier caso, la reforma contribuyó a incrementar la participación electoral y también el grado de lucha electoral. La proporción de circunscripciones en las que se produjo verdadera lucha electoral aumentó en 1868, como también lo había hecho con posterioridad a la reforma de 1832. Esto, como es natural, fortaleció a los partidos y contribuyó a la pérdida de independencia por los parlamentarios. No resultaba aventurado prever que una nueva forma de hacer política empezaba a abrirse paso en el Reino Unido, con la consolidación del sistema bipartidista.La reforma de 1867, a diferencia de la de 1832, fue un resultado del juego de las mayorías parlamentarias y no de la presión de la calle. Parece una impresión generalizada que, al impulsar la reforma, predominó en Disraeli el oportunismo político, que le llevaba a tratar de consolidar el gobierno tory y, de paso, fortalecer su propio liderazgo en el seno del partido. De ahí que cuando, en febrero de 1868, Derby se retira de la vida política, Disraeli pueda sucederle al frente del mismo Gobierno conservador.En todo caso, las elecciones siguientes, en noviembre de 1868, proporcionaron un rotundo triunfo a los liberales, que aumentaron en más de 30 escaños su ventaja sobre los conservadores (387 escaños frente a 271 conservadores). Éstos habían vencido en la mayoría de los condados ingleses, pero los liberales les desbordaron con los votos de las grandes ciudades, junto con los de galeses, escoceses e irlandeses. El resultado electoral provocaría un cambio de orientación política en el siguiente mes de diciembre, cuando William Gladstone, el antiguo peelita, formó su primer Gobierno. Se iniciaría así un periodo de doce años en el que la rivalidad entre Gladstone y Disraeli, que trascendía lo meramente político, fue característica de la vida política británica.